Este mes celebramos el Día del Amor, un sentimiento que, más allá de todas las películas dedicadas a representarlo, es una excelente opción para mantenerse saludable. “El amor nos conduce a re experimentar tres estados psicológicos básicos: vulnerabilidad, plenitud y erotismo. Al estar enamorados, nos entregamos con cuerpo y alma a otra persona y esperamos ser correspondidos; queremos cuidar y ser cuidados, y nos sentimos completos, felices y seguros”, explica el psicólogo de Clínica Vespucio, Daniel Holloway.
Cuando estamos enamorados, no es de extrañar que se despierten en nosotros sensaciones placenteras y también desagradables. “Dependiendo de la intensidad con la que se manifiesten los mecanismos de regulación biológica y del tipo de vínculo que establecemos con la persona, podemos reconocer la presencia de un amor saludable o enfermizo”, distingue el psicólogo.
En el amor saludable imperan gestos como la reciprocidad, la empatía y la tolerancia a la diversidad. Somos capaces de flexibilizar nuestros proyectos, en la medida en que el otro también lo hace y, en el mejor de los casos, los hacemos confluir en un proyecto común que se traduce en el bienestar de la pareja.
El amor enfermizo se caracteriza por el egoísmo y la inseguridad. En este caso, aparecen los celos y no se consideran las cualidades y las necesidades de la otra persona. No es de extrañar que cuando estamos en esta dinámica, emerjan una serie de síntomas como irritabilidad, agresividad, ansiedad y angustia ante la ausencia del ser amado, entre otros.
El amor puede llevarnos a cometer varios actos extremos, como tatuarse el nombre de la pareja, declarar el amor en público o cantar junto a unos mariachis. No obstante, existen ciertas reacciones del cuerpo que escapan de nuestro control y, muchas veces, pasan más desapercibidas que cualquier manifestación exuberante.
A pesar de que el amor no puede ser manejado a voluntad, sí podemos trabajar las condiciones para que se exprese de un modo saludable. Es decir, garantizar el bienestar en las formas en las que se manifiesta, tanto para el enamorado como para la persona que recibe ese amor.
En este sentido, desde la psiconeurobiología se han descrito una serie de reacciones y efectos beneficiosos para el organismo cuando el amor se manifiesta de un modo saludable, entre ellos: